La Estadística de Movimientos Turísticos en Fronteras (FRONTUR) ha dejado claro que el alojamiento hotelero bajó en julio en España un 82,3% en tasa anual, mientras la vivienda en alquiler, lo hizo "sólo" un 69,9%. El alojamiento en viviendas de amigos y/o familiares también bajó, aunque mucho menos: un 52,3%, y además hemos sabido que Los campings logran una ocupación del 65% pese a la ausencia de extranjeros. Parece obvio que, a pesar de la pandemia y las exigencias higiénico-sanitarias que conlleva, la elección de los viajeros se ha basado en dos aspectos distintos: por un lado, en el precio, y por otro, en alojamientos que garantizaran mejor el distanciamiento social.
Tras publicar este artículo, ¿La Covid-19 está favoreciendo a Airbnb por encima de los hoteles?, que habla de lo que ha ocurrido en EEUU en el campo del alojamiento y las valoraciones que hacen algunos representantes del sector, hemos querido saber cómo veía la situación en España el secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), Ramón Estalella.
¿Por qué al alojamiento de alquiler le ha ido mejor que a los hoteles en este verano de pandemia?
Pues está claro que la trazabilidad y las obligaciones del alojamiento reglado frente al no reglado, normal o clandestino, no tienen nada que ver. Las obligaciones que unos y otros han tenido que cumplir para hacer frente a las nuevas exigencias higiénico-sanitarias son totalmente distintas. Está claro que la limpieza no ha sido un factor decisorio para mucha gente, contrariamente a lo que podría parecer.
¿El distanciamiento social? En realidad luego esas personas que se han alojado en una casa con jardín no se han pasado allí las vacaciones, sino que han salido a fiestas, a restaurantes, a discotecas, a terrazas... y eso si no se ha metido en una casa un montón de personas, porque no hay ningún control... Al final han tenido el mismo contacto social o más que si se hubieran alojado en un hotel. Luego, esto tampoco ha incidido. Ha sido el precio el factor determinante, es lo primero que han buscado.
¿Qué pueden hacer los hoteles frente a esta situación, porque imagino que lo de bajar precios estará difícil?
Tenemos un gravísimo problema de competitividad, está claro. La cantidad de normas y regulaciones que un hotel ha de cumplir imposibilitan que sea flexible ajustando precios. En cambio, los otros tienen máxima flexibilidad en todo, en ajustar costes, en ajustar precios...
¿Se podía prever de alguna manera que ocurriría esto?
No, no podíamos prever nada, ni los rebrotes ni nada. Por sentido común, si pones un buen alojamiento a bajo precio la gente lo reservará antes que otro buen alojamiento a mayor precio, pero claro, es que este segundo alojamiento tiene que cumplir con más normas y tiene más costes que el primero.
"Es un problema grave que tu competencia no tenga que cumplir las mismas normas que tú. Y está claro que el consumidor acaba eligiendo precio y no seguridad"
Es que la demanda está absolutamente deprimida, el viajero de negocios también está dejando de viajar. No hay aviones, la gente está teletrabajando y reuniéndose online..., es un cambio radical. Esto sólo va a variar cuando haya demanda, y habrá demanda cuando termine esta crisis de confianza. Claro, este verano hemos visto claramente que hay una sobreoferta de alojamientos, porque tenemos una capacidad para 85 millones de personas. Pero si no hay clientes...
Vuelvo a la pregunta de antes, ¿el hotelero puede hacer algo?
Hombre, individualmente se pueden tomar medidas imaginativas para captar esa demanda residual... pero lo que está ocurriendo es una crisis de confianza que afecta a los viajes de todo tipo. Lo que puede hacer el hotelero es tomar medidas para hibernar y esperar a que llegue la primavera.
"Esperar. Es lo único que se puede hacer globalmente"
¿Pesimista?
No, no, hay que lanzar un mensaje de optimismo en el sentido de que esto es coyuntural, el problema es cuánto va a durar. No es un problema de la oferta, ni del producto, ni del destino... es un problema de la demanda por falta de confianza. Cuando, no sé cómo, se recupere esta confianza la gente volverá a viajar.
Y mientras esperan, le piden al Gobierno que arrime el hombro...
Por supuesto, reclamamos no tener que pagar impuestos por una actividad que está paralizada, que haya periodos largos de carencias en los créditos, que se alarguen los ERTE hasta que dejen de ser necesarios, que se mantengan vivos los contratos de los fijos-discontinuos... mientras hibernamos. No es cuestión de ser imaginativos, aunque si algunos lo son, genial... pero la realidad es que en pleno confinamiento, en España, estaban abiertos 370 hoteles de los 16.000 que tenemos, y estaban abiertos porque eran necesarios.
Pero lo bueno de todo esto es que España sigue siendo un destino que atrae a millones de personas, seguimos con nuestro clima, nuestro mar, nuestra gastronomía... todo sigue donde ha estado... y eso será importante cuando el mercado recupere la confianza.
Y en cuanto a la competencia, ¿qué esperan que suceda?
Pues como así, en estas condiciones, es imposible competir, lo que esperamos que se haga algún día pasa por dos posibles salidas: una, que hagan como con Uber por ejemplo y se limite la oferta; la otra es que se impongan condiciones y garantías similares a las de los demás. Que todos trabajemos y compitamos con las mismas reglas.
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