El orgasmo femenino en algunos mamÃferos, incluidos los humanos, lleva siendo un misterio biológico desde hace siglos: Aristóteles ya se preguntaba por qué las mujeres podÃan experimentarlos o no independientemente de quedarse embarazadas y dar a luz a descendientes perfectamente sanos. Entonces, ¿qué sentido tenÃan estas contracciones en la vagina de las hembras?
Los machos siempre necesitan llegar al orgasmo para completar una reproducción sexual satisfactoria, ya que si no, no se producirÃa la eyaculación. Esto ocurre también con las hembras de algunas especies, como los conejos, los gatos, los hurones o los camellos, que ovulan después de alcanzar el orgasmo. Sin embargo, las parejas femeninas de otros mamÃferos -incluidas las mujeres- ovulan de forma espontánea. Es decir, para ellas la ovulación es una condición necesaria para una reproducción sexual satisfactoria, mientras que el orgasmo no. Por ello, en 2016 los biólogos Günter P. Wagner -de la Universidad de Yale- y Mihaela Pavlicev -de la Universidad de Cincinnati- propusieron la teorÃa de que el orgasmo surgió efectivamente con el fin de la ovulación, pero tiempo después se perdió esta función debido a la evolución.
«Nuestro orgasmo femenino podrÃa ser parte de esa señal primitiva, que ya no induce a la ovulación, pero que todavÃa existe», explicaba Pavlicev. Además, esa misma investigación se apoyaba en la evolución genital para apuntalar su idea: en el caso de la mujer y otros animales con ovulación espontánea, el clÃtoris está situado fuera de la vagina, que es el canal reproductivo. En cambio, en el caso de los animales que necesitan ese placer para ovular, el clÃtoris está muy cerca o incluso dentro con el objetivo de que la penetración lo provoque. Ahora, un nuevo estudio publicado por los mismos autores en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences» viene a avalar esta hipótesis por primera vez con hechos empÃricos.
Inhibir la ovulación en conejos
Para probar su teorÃa, Wagner y Pavlicev inocularon diariamente a conejos hembra fluoxetina, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina que impide el orgasmo durante dos semanas antes de la cópula. Es decir, les provocaron un estado parecido al de las mujeres humanas. Un dÃa después del encuentro sexual, los autores midieron el número de ovulaciones y observaron que fue 30% menor en conejos tratados con fluoxetina que en conejos de control.
En un segundo experimento, los autores indujeron la ovulación después del tratamiento con fluoxetina. El tratamiento con fluoxetinano afectó significativamente a la ovulación inducida, lo que según los biólogos prueba que la ovulación inducida por cópula en conejos tiene los mismos efectos que el orgasmo femenino en humanos, «lo que sugiere que estos procesos comparten un origen evolutivo común», afirma el estudio.
Animales sociales y orgasmos
La investigación señala que el orgasmo femenino tiene su ancestro común hace de 152 a 145 millones de años, dentro del clado de los mamÃferos llamados euterios, que se separó de los metaterios (emparentados con los marsupiales actuales) en el Cretácico inferior o el Jurásico superior. A partir de ahà los ciclos ovulatorios evolucionaron y, aunque en un principio la función del clÃtoris fuera enviar señales al cerebro para que las hormonas se dispararan y liberar un óvulo, el objetivo se perdió en algún punto de la evolución, «cerca de hace 60 millones de años», explica Wagner a ABC.
«El orgasmo se mantedrÃa en estos mamÃferos probablemente como consecuencia de la vida social, ya que la ovulación inducida por el hombre se da en animales que viven vidas solitarias, como los gatos y los conejos», apunta el biológo. «Según nuestros resultados, creemos que tiene que tener una función no reproductiva que de alguna manera beneficie a la mujer y no necesariamente a su fertilidad», señala. Queda abierto, pues el misterio del orgasmo femenino.
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