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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Cafés para encontrarse con la historia de España


En toda ciudad hay un café histórico, centenario punto de reunión de intelectuales, artistas que persisten con honor el paso del tiempo

Establecimientos centenarios o con varias décadas a cuestas, epicentro de tertulias, debates, conciertos y presentaciones literarias, por sus mesas pasaron las personalidades de la literatura, la música, el arte y la política de España.

Su supervivencia ha sido azarosa, no siempre han transitado por caminos de rosas. Pero llegaron a este tercio del siglo XXI como representantes de un espacio de relax, encuentro, donde prima el placer de sentarse en un sitio único.

Recorremos la geografía española para conocer cinco cafés históricos. Claro que hay muchos más, pero es inevitable acordarse por lo menos de ellos.

Café Gijón (Madrid)

Hace 132 años, en 1888, un asturiano con ojo para los negocios llegó a Madrid sobre el elegante Paseo Recoletos 21 abrió el Gran Café Gijón.

El lugar que homenajeaba a la ciudad natal de Gurmesindo Gómez fue un éxito. Era tan grande que en uno de los lados se servía el café a los clientes que llegaban en carruajes hasta la puerta, mientras que en el otro lado estaban las cocheras.

Desde Ramón y Cajal a Dalí y desde García Lorca a Mata Hari, el Gran Café Gijón se presentó como epicentro de la intelectualidad madrileña

El listado de celebridades que pasaron o tenían a las mesas del Gijón como su café de referencia es bien extensa: desde Santiago Ramón y Cajal a Ramón María del Valle-Inclán, pasando por Rubén Darío, Jacinto Benavente, Salvador Dalí y Federico García Lorca. Hasta la espía Mata Hari forma parte de su panteón.

Fachada del Gran Café Gijón, en Madrid.
Fachada del Gran Café Gijón, en Madrid. Foto: Wikipedia

De sus tertulias durante el franquismo surgieron movimientos literarios, y el lugar fue fuente de inspiración de numerosas piezas musicales.

Varios libros, como “Crónicas del Café Gijón” de Marino Gómez Santos, “La noche que llegué al Café Gijón” de Francisco Umbral y “La Ronda del Gijón”, de Marcos Ordoñezrepasan su larga historia.

Un premio literario se encarga de mantener viva la llama de bohemia literaria de este célebre café.

Els Quatre Gats (Barcelona)

Durante sus primeras décadas Els Quatre Gats fue el centro de la bohemia barcelonesa, donde artistas como Ramon Casas Santiago Rusiñol pasaban horas entre cafés y destilados y en que Pablo Picasso aprovechó para realizar su primera exposición.

Su creador Pere Romeu era tan desprendido del negocio que el café quebró a los pocos años.

Entrada lateral al salón de Els Quatre Gats, en Barcelona.

En la segunda etapa se pudo ver a talentos como Antoni Gaudí, Eugeni d’Ors y Josep Llimona, hasta un nuevo cierre lo condenó a largas décadas de silencio, con sus hermosos salones modernistas usados como depósito.

Pero en los años ’80 Els Quatre Gats reabrió en la ubicación original, en un palacete diseñado por Josep Puig i Cadafalch donde el modernismo rinde homenaje al pasado gótico de Barcelona.

En la visita, entre los famosos chocolate con churros, hay que tomarse el tiempo para ver las obras de arte, los detalles decorativos de cerámicas y arañas y el mural de Romeupedaleando en una bici tándem con Ramon Casas.

Café Iruña (Pamplona)

No podía faltar: el Café Iruña se suma al abundante catálogo de sitios que tuvieron a Ernest Hemingway como habitué.

El escritor y periodista fragmentos partes de algunas de sus obras cumbres en sus mesas, como Fiesta Por quien doblan las campanas.

Café Iruña, el favorito de Hemingway y de generaciones de navarros.
Café Iruña, el favorito de Hemingway y de generaciones de navarros.

Una estatua de bronce de un Hemingway en la madurez, acodado en la barra, recuerda su presencia.

El Café Iruña se suna a la larga lista de bares y restaurantes donde Hemingway pasaba el rato y daba rienda suelta a su talento

Pero el Iruña es mucho más, con sus grandes lámparas de época, sus espejos descomunales, sus techos altos y sus detalles de madera que conservan el espíritu de cuando abrió en 1888.

Su terraza, frente a la Plaza del Castillo, son esos sitios donde la sociedad navarra ve pasar la vida, mientras se degustan elaborados pinchos o platos de delicada presentación.

Café Royalty (Cádiz)

En 1912, en el centenario de la Constitución que se conocería como La Pepa, en Cádiz abrió este café y restaurante cuyo nombre ya fue toda una declaración de intenciones: el Royalty

Buena parte de la intelectualidad andaluza pasó por su salón, como el compositor Manuel de Falla que presentó varios conciertos.

El lugar mantiene su ambiente de principios del siglo XX, con escayolas recubiertas de pan de oro fino, yesería policromada, pinturas de estilo romántico como las realizadas por Felipe Abarzuza y muebles de madera.

El elegante interior del Café Royalty. Foto: Café Royalty
El elegante interior del Café Royalty. Foto: Café Royalty

Tras un largo período de ostracismo en el 2012 reabrió con un delicado trabajo de restauración de la decoración original, así como con una elegante presentación gastronómica que va desde tapas clásicas y una deliciosa repostería a platos de cocina gourmet.

Café Novelty (Salamanca)

En la Plaza Mayor, uno de los puntos comerciales y sociales más importantes de Salamanca, desde 1905 el Café Novelty tiene sus puertas abiertas.

Su historia es testigo del paso de reyes como Alfonso XIII y de literatos y pensadores como Gonzalo Torrente Ballester (homenajeado al estilo Hemingway con una estatua de bronce), Francisco Umbral, Miguel de Unamuno, Carmen Martín Gaite, José Ortega y Gasset Agustín de Foxá, que se sentaba para escribir Madrid, de Corte a checa.

El Café Novelty es el más antiguo de Salamanca. Foto: Café Novelty
El Café Novelty es el más antiguo de Salamanca. Foto: Café Novelty

Además sus mesas fueron testigos de la creación de la futura Radio Nacional de España y la Unión Deportiva Salamanca.

Dicen los vecinos de Salamanca que los helados artesanales del Café Novelty son los mejores de la ciudad

Tras varias reformas, en que perdió tres cuartas partes de su superficie original, el lugar mantiene su aire centenario, con sus lámparas de borlas blancas, su barra de madera siempre bien provista de tapas y churros, sus pinturas con retratos de clientes famosos y su propuesta gastronómica donde destacan la tabla de embutidos de Salamanca y un menú del día basado en las legumbres de La Armuña, la ternera de pasto de sus dehesas y sus famosos helados.

Fuente: "tendenciashoy"

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