«La gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero jamás olvidará cómo les hiciste sentir»...
Esta frase que la escritora Maya Angelou inmortalizó es una de las bases sobre las que se asienta el magnetismo personal. Lo sabe bien Anxo Pérez, que en su último libro «Los 88 peldaños de la gente feliz» confiesa que, aunque siempre creyó que el éxito residía en la rigidez, en lo tajante o en lo serio, en realidad estaba equivocado.
Este emprendedor, conferenciante y polifacético inspirador en el campo del desarrollo personal asegura que durante la escritura de su último libro vivió un proceso que le llevó a interiorizar una forma de ver la vida que lleva al éxito basada en la flexibilidad y que resume esta frase: «Del viento aprendí que los árboles más rígidos son los árboles más débiles».
Cuando un piensa en una persona «magnética» es probable que se imagine a alguien que, sin saber bien por qué (no influye su belleza ni su aspecto) llama la atención con su solo acto de presencia. Aunque algunas personas pueden tener ese talento de forma natural, lo cierto es que tal como propone Anxo Pérez, es posible identificar y, por qué no, «entrenar» estas ocho claves para ser una persona magnética.
No hables de forma categórica
Cuenta Anxo Pérez que ser categórico y afirmar o negar algo de manera absoluta, sin condiciones ni alternativas es la forma más cercana a la rigidez. «Cuando uno dice cosas como 'El Real Madrid es el mejor equipo del mundo y punto', como si fuera una resolución de la ONU, está generando poco magnetismo pues esta apreciación puede tener mil matices», comenta. Así, explica que las personas magnéticas hablan de lo que les gusta o de lo que admiran, pero de otra forma, es decir, cambian su forma de expresarse y aportan matices a la frase similares a este: «Puede que el Real Madrid haya sido en algún momento el mejor equipo del mundo».
Concede el beneficio de la duda
Para entender la necesidad de seguir esta máxima si lo que se desea es ser magnético, Anxo Pérez pone un ejemplo: «Imagina que estás en el trabajo y un proveedor o un colaborador se compromete a llamarte el viernes por la mañana, pero se acaba el día y finalmente no te llama. Si no eres una persona magnética, es probable que, antes de saber lo que ha pasado, acuses, cuestiones o incluso culpes a esa persona por no haber cumplido lo que dijo: «siempre haces lo mismo», «estoy harto de que no cumplas lo que dices»... Pero eso es precisamente lo que te resta carisma y convierte en alguien poco magnético», comenta el experto en desarrollo personal. Las personas magnéticas convierten las broncas, las acusaciones o los enfados en preguntas y utilizan, como dice Anxo Pérez, una frase mágica: «No sé si ha habido algún error». Al eliminar las acusaciones o al dejar de cuestionar a las personas, provocas acercamiento y magnetismo, tal como afirma el autor de «Los 88 peldaños de la gente feliz».
¿Es universal o local? No generalices
Al decir cosas como «todo el mundo debería ser extrovertido» es probable que tu frase afecte a las personas tímidas o reservadas más de lo que crees. En ocasiones se pronuncian sentencias con vocación universal cuando en realidad corresponden a un momento puntual o a un contexto concreto. Por eso a la hora de hacer una afirmación o dar un consejo el experto aconseja pararse a pesar si aquello que dices con tanta vehemencia es tu preferencia o puede llegar a tener validez universal. Así, una forma de dar un carácter «local» o particular a aquello sobre lo que opinamos es colocar delante de la frase estas tres palabras: «en mi experiencia». No es lo mismo, por tanto, decir «todo el mundo debería ser extrovertido» que «en mi experiencia es bueno hablar con la gente y ser más extrovertido». Esto último, según comenta Anxo Pérez, es propio de las personas magnéticas.
Evita las palabras absolutas
¿Usas a menudo las palabras «siempre»,«nunca»,«todo» o «nada»? Si piensas que las sentencias rígidas y tajantes te hacen más fuerte, es probable que cambies de opinión tras leer lo que cuenta Anxo Pérez. «Antes de trabajar en mi último libro, pensaba que ser tajante, serio y rígido haría que me respetasen más, pero he aprendido que el auténtico valor está en la humildad. Usar un lenguaje diplomático («tal vez»,«probablemente»,«podría ser»,«algunas personas opinan»...), evitar las palabras rígidas en nuestro vocabulario y ser flexibles y abiertos a la hora de hablar puede ayudar no solo a conseguir un equilibrio interior, sino también a mejorar las relaciones personales y laborales», cuenta.
Usa la expresión «yo considero que»
A la hora de opinar corremos el riesgo de emitir dictámenes absolutos que, de alguna manera, añaden una especie de jerarquía en la relación interpersonal.«Si a una persona que acaba de exponer un trabajo le dices que su exposición ha sido terrible, harás inmediatamente que se sienta pequeño o, de alguna manera, inferior. Pero para ser magnético es importante no establecer esas jerarquías invisibles», comenta Anxo Pérez. La clave está en eliminar el «juicio de valor» y convertirlo en una «opinión», con la misma validez que cualquier otra.
Adopta un lenguaje conciliador
Esta recomendación conecta directamente con la necesidad de conceder el beneficio de la duda y también con la importancia de eliminar los constantes juicios de valor sobre las cosas y sobre las personas. «Si una persona desea ganar magnetismo debe evitar la tentación de hacer reproches sutiles y de cuestionar constantemente lo que hacen o dicen los demás», revela Anxo Pérez.
Evita comentarios megalómanos
Comportarse como si uno tuviera una posición social y económica superiores a la real es empobrecedor y resta atractivo. «Todo aquello que intente hacer más pequeños a los otros o que les transmita que consideras que ellos son menos, nos aleja de ellos, incluso aunque se haga de una forma sutil», afirma el conferenciante que los megalómanos suelen creer que su comportamiento les aporta carisma, pero lo cierto es que, según asegura, el efecto es totalmente contrario.
Elimina el sarcasmo
La ironía, la crueldad y los comentarios sarcásticos, tanto si van cargados de amargura como si se hacen a modo de queja son comportamientos que restan magnetismo. Según explica Anxo Pérez, una forma de reconvertir este sarcasmo que a algunas personas les cuesta evitar es usarlo de un modo que no agreda al otro sino que conecte con él. «Lo que dices en serio es un muro, lo que dices en broma puede ser una cortina», explica. En este sentido, comparte una técnica que, según explica puede ser afectiva. «Cuando se comenta algo en modo irónico, pero de una manera absurda y exagerada y tendiendo hacia una cualidad positiva y no negativa, conectamos con el otro y el comentario se toma con humor», comenta.