Primeros pasos para organizar tu viaje a Etiopía
Lo tienes claro: llevas meses pensando en ir a Etiopía y ya has comprado tu billete, así que ¡ya te ves allí! Está muy bien que la emoción te embargue en ese gran momento viajero que significa la compra del billete, pero debes saber que ir a Etiopía no es como un viaje de fin de semana a Berlín o Estocolmo.
Es un viaje que precisa de cierta preparación. Por ello, aquí te dejamos algunos consejos útiles para viajar a Etiopía.
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Visados y vacunas
Si eres ciudadano español, debes saber que necesitarás un visado para entrar a Etiopía y para ello tendrás que tener tu pasaporte con un vigor de al menos 6 meses.
Sin embargo, la parte sencilla es que no necesitas obtener el visado por anticipado, pudiendo conseguirlo en el aeropuerto internacional de Bole, en Addis Abeba, nada más llegar al país. Eso sí, ármate de paciencia porque las colas son largas. Será una buena forma de comenzar a liberarte del estrés e ir adaptándote al ritmo de vida africano.
El visado tiene un coste de 50 USD para una permanencia de 30 días en el país, y 70 USD si pretendes quedarte hasta 3 meses.
En cuanto a las vacunas, lo mejor es consultar en el puesto de Sanidad Exteriorque tengas más cercano, pues es algo bastante cambiante.
Cómo moverte por Etiopía
Etiopía es un país de grandes dimensiones y, dependiendo del tiempo del que dispongas y cómo te guste viajar, quizás tengas que tomar algunos vuelos internos para poder explorar el país a fondo.
Ethiopian Airlines está considerada como la mejor aerolínea africana y ofrece descuentos de un 50% en los billetes de vuelos internos si demuestras que viajaste con ellos desde tu país de origen a Etiopía. Es una muy buena opción.
Si prefieres sentir el latido de África en cada kilómetro, la mejor manera para moverte será en autobús o furgoneta.
En ambos casos las comodidades son justísimas y la experiencia pondrá a prueba tu aguante como viajero, pero la recompensa es enorme porque, si te abres un mínimo a la gente, esta te tratará como a un hermano y llegarás a conocer el tesoro mayor preciado del país.
Además, los paisajes etíopes merecen ser admirados con parsimonia y cercanía.
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Dinero y tarjetas
La moneda local etíope es el birr y, aunque en las ciudades no tendrás problemas para encontrar casas de cambio y cajeros, si vas a estar un tiempo por el medio rural, no estará de más que realices un cálculo de tus gastos y lleves efectivo.
Cambian euros sin problemas.
Cuándo viajar a Etiopía
Este no es un tema banal, pues hay una época del año en la que toda Etiopía parece arder y los paisajes son inhóspitos y secos.
La mejor época para viajar a Etiopía es entre finales de octubre y finales de diciembre. El final de octubre marca la conclusión de la temporada de lluvias y todo el país luce verde y fresco.
Itinerario de un viaje por Etiopía
Addis Abeba, capital viva
Cuando llegas por primera vez a Addis Abeba, todos tus sentidos se ven embotados y aturdidos por el inacabable, e imparable, bombardeo de sonidos, olores e imágenes.
El revisor de una de las furgonetas azules – que hacen las veces de transporte público en Addis – grita sus destinos a los transeúntes. Un hombre de mediana edad cocina un injera, el pan etíope hecho a base de harina de teff (pequeño grano que crece en las tierras altas de Etiopía) que tiene cierto regusto agrio, pero que está riquísimo cuando lo combinas con los distintos mejunjes de salsas y verduras que le añaden. Una mujer vende verduras y un hombre joven espera, con su báscula en el suelo, a que alguien le dé una moneda por pesarse.
El movimiento es constante en Addis Abeba y, aunque mucha gente opta por visitar la réplica del homínido “Lucy” en el Museo Nacional de Etiopía, o adentrarse en la Catedral de la Santísima Trinidad – lugar donde se halla la tumba del emperador Haile Selassie, la figura más prominente del siglo XX en Etiopía -, lo cierto es que lo mejor de Addis Abeba se halla al aire libre, en sus calles.
Si quieres disfrutar de unas vistas magnificas de Addis, aire algo más puro y mayor tranquilidad, no dejes de subir a la colina de Entoto. En cualquier caso, Addis Abeba es una capital africana por la que no debes pasar de puntillas.
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El lago Tana: el secreto del Arca de la Alianza
La población de Bahir Dar se encuentra en la orilla sur del mítico lago Tana.
Bahir Dar es la ciudad a la que acude la clase media-alta de Addis Abeba cuando quieren disfrutar de unas vacaciones lacustres[Marta Car1] .
Eso se nota en el ambiente, mucho más distendido y menos masificado que el de la capital etíope.
Pero, además de las mundanas razones que llevan a la gente local hasta Bahir Dar, hay otras mucho más profundas. Y es que en los islotes del lago existen varios centenarios monasterios ortodoxos.
Es uno de los lugares más sagrados de Etiopía y hasta se dice que aquí, en la isla de Tana Cherkos, estuvo custodiada el Arca de la Alianza del rey Salomón durante 800 años.
Los etíopes dan veracidad a la historia que cuenta que Salomón se enamoró de la reina de Saba (territorio que hoy pertenecería a Etiopía) y tuvo un hijo con ella, Menelik I, primer emperador etíope.
Aunque Menelik se crió en Etiopía, al llegar a la adolescencia fue enviado a Jerusalén para ser formado allí. Dicen que en el viaje de vuelta a casa, Menelik se hizo con el Arca original y dejó una copia en su lugar. Actualmente, se cree que el Arca se halla custodiada en una iglesia de Axum, en el norte de Etiopía.
Creas o no en estos mitos, no puedes dejar de darte una buena vuelta por el lago Tana.
Si quieres vivir una experiencia local totalmente auténtica, toma el ferri de carga que une las orillas sur y norte del lago. Solo sale una vez a la semana del puerto de Bahir Dar y tarda dos días y una noche en llegar a Górgora, en la orilla norte. Sin duda, una de esas cosas que te permiten adentrarte bajo la gruesa piel de África.
Las montañas Simien, Etiopía desde las alturas
Dejando atrás el lago Tana y continuando hacia el norte, se halla una de las cordilleras montañosas más impresionantes de África: las Montañas Simien.
Sin embargo, antes de ello, te encontrarás con la ciudad de Gondar, un anacronismo total en Etiopía, pues en ella se levantan castillos propios del medievo europeo.
Gondar fue sede de la monarquía etíope durante siglos e, influenciada por sus aliados portugueses, en el siglo XVI comenzó a construir esta serie de fortalezas.
En los días claros, desde las almenas del castillo del rey Fasilides se pueden divisar las cimas más altas de las Simiens. Son varios los picos por encima de los 4.000 msnm, y por sus laderas – protegidas por un parque nacional – crecen lobelias gigantes y corren a sus anchas los monos gelada, las cabras de Abisinia y los pequeños lobos etíopes. Una interminable red de senderos recorre el parque y te permite, además, conocer a la noble y dura gente que habita las aldeas de estas inhóspitas montañas.
Lalibela, iglesias excavadas en la roca
Más al norte de las montañas Simien, en la árida región de Amhara, se halla el segundo lugar más sagrado (solo superado por Axum) para los religiosos etíopes: Lalibela.
Las iglesias talladas en la roca de Lalibela fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978 y son visitadas, cada año, por centenares de miles de turistas, sobre todo locales.
Se cree que los templos fueron construidos entre los siglos X y XIII. Si quieres vivir una experiencia realmente impactante en Lalibela, acércate a la ciudad durante la fiesta de Semana Santa. Es cuando rebosa de colorido y gentío.
Erta Ale y el desierto de Danakil: el infierno en la tierra
Aunque el colorido y la espectacularidad del lugar llaman la atención de muchos viajeros, lo cierto es que viajar al desierto de Danakil requiere cierta dosis de atrevimiento y ganas de pasar un calor sin fin.
Con un punto que se sitúa 100 metros por debajo del nivel del mar, dicen de la depresión de Danakil que es el lugar más cálido y cruel de la superficie terrestre. Aun así, hay gente que trabaja extrayendo sal, que después transportan a través del desierto en largas caravanas.
En el Danakil, llama la atención el volcán Erta Ale – que está en constante erupción desde 1967 – y las coloridas lagunas saladas que ofrece el desierto.
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Harar y el encantador de hienas
En el este de Etiopía, la ciudad amurallada de Harar se distingue de todas las demás. La razón la hallas en su pasado árabe, que le ha conferido una fisionomía muy distinta. En el centro de Harar encuentras una medina de calles estrechas y retorcidas, donde las teterías se mezclan, alegremente, con pequeños restaurantes y tiendas.
Es el lugar perfecto para descansar y sentirte como en “Las Mil y Una Noches”. Harar fue hogar en el exilio del brillante poeta francés de finales del XIX, Arthur Rimbaud, quien pasó más de una década aquí. De hecho, la avenida principal de Harar se llama Charleville, en honor al lugar de nacimiento del poeta.
Junto a las murallas de la ciudad, cada noche se produce un extraño acontecimiento que ha comenzado a ofrecerse como atracción turística. Y es que Abbas Yusuf, conocido como “el Hombre Hiena”, alimenta a las hienas con carne cruda directamente de su mano.
Es algo que viene de familia, pues su padre solía tirar carne cruda a las hienas para alejarlas del ganado.
Con el tiempo, se estableció un vínculo entre el pastor y estos animales salvajes, y ahora su hijo puede presumir de tener “amigos” entre los mamíferos carnívoros africanos.
El Valle del Omo, tribus de otro tiempo y yacimientos arqueológicos
Pocas experiencias en cualquier lugar de África preparan a los visitantes para lo que van a ver en el sur del Valle de Omo. Es un área con extraordinaria diversidad cultural, habitada por gente definitivamente tradicional. Muchos son nómadas dedicados a la agricultura y el ganado, y, hace menos de un siglo, apenas sabían que el país existía.
La «Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur» es una vasta área de más de 21.000 km², con una población de alrededor de 600.000 habitantes, y que incluye el Valle Inferior del Omo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, pues aquí se hallaron restos de homínidos de entre 1,7 y 4 millones de años de antigüedad.
Sin embargo, el verdadero atractivo del Valle del Omo son sus tribus y cómo viven.
El valle de Omo ha sido descrito como un museo viviente, con alrededor de 18 grupos étnicos que representan cuatro de los principales grupos lingüísticos de África: Ari, Maale, Daasanach, y Hamar-Banna.
Un recordatorio increíble de un África que aún no ha visto la modernización.
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